Asesoramiento personalizado
Antes de optar por la tala de un árbol, como arboricultores valoramos cuidadosamente otras alternativas como la reducción del árbol. En esta valuación consideramos factores como la salud del árbol, el riesgo que representa, su valor ecológico y paisajístico, y las posibles interferencias con estructuras.
Siempre que sea posible, se priorizan intervenciones que permitan conservar el árbol.
Mediante esta técnica de poda disminuimos el tamaño del árbol tanto en altura como en extensión mediante cortes selectivos que respetan su estructura, su forma natural y su salud general. A diferencia de una tala o de una poda mal ejecutada, la reducción no busca eliminar grandes partes del árbol, sino hacerlo más seguro y equilibrado, manteniéndolo en buen estado y adaptado al entorno.
La reducción es ideal cuando un árbol se ha desarrollado demasiado cerca de viviendas, cables eléctricos, tejados de casas, o cuando su copa se vuelve pesada o desproporcionada, afectando a su salud.
Aplicando criterios técnicos y conocimiento del comportamiento del árbol para decidir exactamente qué ramas intervenir, cuidando siempre su estabilidad y su capacidad de recuperación. La reducción bien planificada no solo evita riesgos, sino que mejora la convivencia del árbol con su entorno y ayuda a prolongar su longevidad y salud.
